lunes, 29 de septiembre de 2014

No quiero promesas




Nunca me gustó el verano,
el calor siempre derrite
las promesas melifluas
que se escapan por bocas sin afeitar,
propagadoras de sueños melindrosos
que únicamente cultivan resacas alérgicas al café.
No, no me excitan,
son como putas drogadictas
en busca de su dosis
en las noches plagadas de revueltas intestinas
y las sábanas resultan escasas,
repetitivas, arrugadas, malolientes
y se mojan de humedades solitarias,
demasiado azucaradas para una diabética.
Una hoja emborronada
no hace novela,
ni una promesa entre jadeos
inicia una relación convincente.
¿Ha llegado el momento de pasar a limpio,
de suprimir las mañanas de Couldina y vitamina B,
de arrancar a la soledad sincera
la única verdad de la que soy capaz?
No me engañes, Noto, con tus tormentas purificadoras,
pues el otoño reinicia el ADN
con el mismo disfraz de cada año.
Las promesas no se cumplen
con enunciados del pasado.
Me compraré botas nuevas
para pisar la sempiterna alfombra de las hojas secas.


© Anabel

viernes, 22 de agosto de 2014

Viaje a la nada




Le queda poco.
Es evidente en su mirada perdida,
tan extraviada como su memoria,
tan errática como su cronología.
Deja huellas de su despedida silenciosa:
migas de pan negro esparcidas
por el pasillo tortuoso de su presente,
únicas neuronas que revelan
su viaje hacia la otra dimensión.
No va sola en su nueva travesía,
le acompañan la cinta de Moebius
y los nombres que había borrado.
Allá donde vaya lo entenderá todo,
no habrá fechas ni caras que recordar,
las leyes físicas serán su capricho
y el miedo, por fin, desaparecerá.
Tránsito vertiginoso
que ralentiza los días,
dicotomía de lo indeseable
aunque sea paliativo.
Ya llega el aroma del opio
que sólo a ella le tiende la mano.


© Anabel

domingo, 20 de abril de 2014

Sin vuelta



Presiento que se ha ido,
y, en esta ocasión, no volverá.
Otras veces, realizó viaje de ida y vuelta,
pero este billete es sencillo
y los pájaros tienen alas de sexto sentido.
Es el inicio de la última etapa
donde la relatividad es absoluta,
y la certeza más precaria
que una palabra muda.
He oscurecido los espejos,
he hecho limpia de sueños
y he decidido caber únicamente en mi propio colchón.
Me compraré un rosario de cuentas amarillas,
como los adoquines del camino de Oz,
para rezarle al dios más sordo que exista
(es mejor que no escuchen los deseos).
Se me va la vida en el último repecho,
las ilusiones entorpecen la ascensión
y las jóvenes galas ya no ayudan,
hasta los tacones sobran ahora que he allanado el camino.
Sin lápiz de labios, sin ganas de besar,
abandonada por los pájaros
llegaré ligera y libre,
al principio del que no vislumbro el fin.


© Anabel

viernes, 14 de marzo de 2014

No estoy preparada para la primavera




Otra vez las flores del cerezo
me cogerán desprevenida, ocupada
con el estrés del mundo y los versos sin hacer.
Otra vez no estaré como quisiera estar,
ligera y grácil como las gacelas en la sabana,
me seguiré sintiendo elefante inoportuno
temeroso de pisar la incipiente hierba,
inútil como un paraguas averiado
justo antes de la anunciada tormenta.
No habré cambiado el colchón de lado,
ni desinfectado los armarios con naftalina,
habré olvidado depilarme las axilas
y la prisa me hará trastabillar
con los restos del último naufragio.

Mirar al frente he de hacer,
al frente y con la mirada alta,
preparada y valiente para llevar sombrero
para afrontar sin gafas protectoras
los nuevos rayos de un sol viejo,
para tejer con más destreza que una Penélope nocturna
el traje de un nuevo espíritu
con el que he de estrenar cada día
de esta nueva primavera.


© Anabel

sábado, 15 de febrero de 2014

El resto de la historia



“El amor es una catástrofe espléndida: saber que te vas a estrellar contra una pared, y acelerar a pesar de todo,  correr en pos de tu propio desastre con una sonrisa en los labios, esperar con curiosidad el momento en que todo se va a ir al carajo. El amor es la única decepción programada, la única desgracia previsible que deseamos repetir.”
Frédéric Beigbeder


El resto de la historia

Me estoy enamorando,
 y lo disfruto.
Quiero regocijarme en cada segundo de esta subida,
en cada suspiro y mirada,
en cada roce y saludo.
No hay prisa.
Estás en mis dedos cuando mi cama está vacía,
es el dulce mientras tanto.
Para cuando llegues,
mis sábanas estarán rojas y absorbentes,
como todos mis labios, como mi corazón.
Hasta que alcancemos la cima,
me deleitaré en la eternidad del camino,
en la insistencia de los sueños,
en el deseo de terciopelo.
Mis años me indican la velocidad,
la soledad, el ansia
y la experiencia, el peligro de la cúspide.
Desde allí, lo mejor será lanzarse al vacío
y perder, con dignidad, el resto de la historia.


© Anabel

lunes, 10 de febrero de 2014

Juventud no vivida


Lost Time by Vanleith on deviantART
Me hubiera gustado que me enseñaras,
haber aprendido contigo el efecto de lo bello,
para convencerme de que fuiste una experiencia provechosa,
para poder dar sentido al tiempo invertido.
De aquellos lodos, tan solo quedan
cien fotos desechables,
un millón de lágrimas secas,
la amargura de lo mediocre,
el sentimiento de lo perdido
y toda la culpa de la cobardía.
Me rescata pensar
que tengo el corazón intacto,
mucho mundo por descubrir,
las manos enteramente blancas
y el ímpetu inmarchitable de la juventud no vivida.

© Anabel

viernes, 7 de febrero de 2014

La Esfera Cultural y La Cuentista




Hoy la página de La Esfera Cultural se hace eco de este blog. Miguel A. Brito es un compañero de dicha página y un gran crítico literario. Comparto con él, no sólo el participar en La Esfera, sino también muchas de sus acertadas opiniones acerca de libros, música y cultura en general. Ávido lector y honesto, dos características necesarias en cualquier crítico que se precie. Así que ya os podéis imaginar la alegría que me he llevado al leer su opinión sobre La Cuentista de Hamelin en el espacio semanal que La Esfera dedica a los blogs. Sería para mí todo un sueño cumplido si los lectores de mis textos tuvieran la misma mirada que Miguel A. tiene de los mismos. Y no importaría que fueran pocas.

El mismo post, hace referencia a la reseña que realizó hace unos días Ana Joyanes Romo sobre mi último libro, Beatriz. No me canso de repetir que si la valía de una se midiera por la de sus amigos, yo debería ser una gran persona. Gran responsabilidad me dejan estos amigos míos.

Y para redondear este agradable evento, en la foto que aparezco en La Esfera, salgo acompañada de mi querido y nunca suficientemente valorado escritor, Amando Carabias María

Hoy es un gran viernes para La Cuentista.





Amando Carabías María y Anabel Consejo




domingo, 2 de febrero de 2014

La luz



La luz no vendrá porque abras los ojos,
ni inundará tu deseo por húmedo que esté,
la luz se esconde en un recodo del túnel,
no quiere que estés preparado,
y el día menos pensado te sorprenderá
para horadar tu espíritu
de la misma forma que el agua brava
a la tierra derrota en canal.
La luz no ha de ser fuegos de artificio,
ni deslumbrantes focos de color,
la luz puede ser tan solo un destello
que reorganice el latido de los átomos
para que nunca más vuelvan a girar igual.


© Anabel

lunes, 27 de enero de 2014

Malas costumbres




Es irrecuperable el tiempo pasado,
bien lo saben mis manos
y los anillos de mi corazón.
He cerrado la última puerta,
consciente soy de que no hay marcha atrás.
No hay satisfacción, ni alivio,
ni orgullo, ni premio.
Me espera la soledad,
para ser rellenada de sudores de tinta,
de inalcanzables ideales
y de reproches a última hora,
quejidos arrepentidos de lo que pudo ser y no fue.
No existe el mañana donde averiguar
si la elección fue la correcta:
la bola de cristal ha decidido
mostrarse tan sombría
como la duda en la noche.
Sólo queda el consuelo de haber vencido
a la inercia de la rutina,
inexorable indicadora de que la vida
no ha de ser un compendio de hábitos,
ni un aguante de malas costumbres.


© Anabel


lunes, 20 de enero de 2014

Barquito de papel



El fin del mundo no ha llegado,
simplemente, se hundió nuestro barco
en un mar sordo, empecinado en ser bravo
a pesar de saber que había perdido el chaleco salvavidas
tras otros naufragios, tras otros cuerpo a cuerpo
de los que tampoco salí ilesa.
Astillas clavadas que escuecen en cada zambullida,
en cada brazada dada contracorriente,
ignorando los consejos de seguridad,
sintiendo como tiran los puntos
que ya no tengo en mi carné.
Yo que nunca fui amante de los deportes de riesgo
me enamoré de ti a pechos descubiertos,
mostrándote de qué saliva estaba hecha,
cómo olían y sonaban mis suspiros,
de qué pasta fabricaron mis entrañas.
Quise comerme tu mundo a la primera
olvidando que hay otras velocidades
para recorrer mares y torsos,
que no se pueden saltar las señales
por acuosas que sean,
por infinito que parezca el océano,
del que sólo averiguas su eternidad
si el lastre te arrastra hasta el fondo.
Reflotar tan a menudo debería proporcionar  cierta ventaja
sobre las estrellas de mar,
puntos para el próximo naufragio
con que llenar el depósito de coraje extra
o cambiar lágrimas por perlas de memento.
Puedo leer en las escamas de mi piel
las inmersiones a pulmón que llevo sobre mis agallas,
y ya son demasiados los anillos que circunvalan mi corazón.
He de aparcar la mochila en el próximo recodo seco.
El mundo no se ha hundido,
sólo ha sucumbido un barquito de papel.

© Anabel