jueves, 24 de agosto de 2017

Océano Maldito




Salvarnos de la zozobra,
pero, sobre todo, de nosotros mismos,
es el propósito de la Existencia.
Sin embargo,
apenas nos mantenemos a flote
en un mar de egos y arrogancia,
mientras nos enamoramos
de pompas de jabón y fuegos artificiales,
tan insulsos, tan nimios
como la vida que creemos vivir
o que simplemente soñamos.
No escuchamos a la madre Brújula,
la que nos revela los auténticos Horizontes,
y nos aferramos
a nuestra férrea voluntad
como náufragos oxidados que,
ignorantes de las leyes del (A)mar,
no soportan               
ni el lastre de la esperanza
ni el anclaje del destino.
El fondo del Océano
se va tapizando de esforzados esqueletos
que nunca más se exhibirán
ni conocerán la dicha
de haber fructificado la tierra firme
con las semillas de la calma
y los genes del fervor.


© Anabel