Me
gusta hasta el modo en que te alejas de mí:
despejas
el camino y esparces tu mullida niebla.
Me
acurruco en el hueco de la ausencia,
intento
evitar aquello que me haces sentir.
La
opacidad me envuelve y tiemblan mis dedos,
se han
olvidado del camino hacia el sur,
necesitan
un guía y se rebelan
en una
protesta sin estandarte,
en una
guerra silenciosa y húmedamente salada.
No hay
brújula, sólo una sábana infinita
como la
noche, como el no soñar.
Huelo a
ti
y al
beso que no te he dado.
©
Anabel