Hallo cobijo en la niebla gris
que logra expulsar de mi cabeza
el eco de recuerdos y ausencias
demasiado secos y sonoros.
Mis pies recorren el camino
que dejaré como único legado
especificado en unos mitones
y unas zapatillas desanudadas.
En cada zancada, pasa un
segundo
que, aunque vuelva sobre mis
huellas,
nunca rescataré.
El vaho se disuelve en su hermana
como mis lágrimas en la ducha,
como mis latidos en los tuyos,
como tu saliva en mis deseos.
Rodeo con los brazos
el árbol que me espera
imperturbable,
para deshacer el sendero
que me guía sin remedio
al futuro inmediato,
al calor de las blancas hojas
y a mis premeditadas sábanas.
Más luces que las de costumbre
me avisan del avance de las
horas,
de las épocas, de la vida.
Este año también va a ser
Navidad,
o eso me han advertido.
© Anabel
Me ha gustado especialmente ese paralelismo de disolución entre la niebla y el vaho, por un lado, y las lágrimas y el agua.
ResponderEliminarBien, muy bien, Anabel.