Estas
hojas huelen a goma Milán, saben a tinta negra y, al pasarlas, se puede oír la
música de M Clan. La brisa de septiembre también tiene una gran participación
en este proyecto: me dio alas después de un verano tórrido y absolutamente
olvidable. Nunca me sentaron bien los aires estivales, prefiero el otoño que me
permite pisar la alfombra que los árboles van tejiendo mientras se desnudan;
prefiero la temperatura que exige una manga larga y una taza de té; prefiero
pagarle a la compañía eléctrica por la calefacción que por el aire
acondicionado, aunque salga más caro. Cuestiones metabólicas, supongo. Beatriz
es también una cuestión metabólica. Han sido necesidades de este tipo las que
me empujaron a escribir esta recopilación de textos que están unidos en un
orden determinado y bajo las mismas tapas para obligarles a formar un conjunto,
un conjunto extraño, heterogéneo, ecléctico, pero que, al fin y al cabo, se
podría denominar libro. Aunque nunca tuvo semejante aspiración, lo que
simplemente empezó siendo unos apuntes y unos textos aislados, se convirtió, no
sé muy bien cómo, en un proyecto que fue creciendo solo, casi de manera autónoma,
sin necesidad de regarlo o abonarlo. Fue alcanzando dimensiones demasiado
grandes para su escasa envergadura y se complicó con poesías y dibujos y
cosidos a mano y fotos… Toda una experiencia, toda una catarsis, una explosión
de fin de época que anuncia, como la caída de las hojas, que una nueva era va a
comenzar. Y que únicamente puede venir lo bueno, porque lo malo, ya se acabó.
©Anabel
Al menos ya sé para qué han servido los setecientos y pico gramos de Aquel sábado lluvioso. ;))
ResponderEliminarHa llegado el aviso de Correos. Espero poder disfrutar del aroma de la goma Milán en pocas horas.
¡Dios mío! ¿Ya te ha llegado el aviso? No me lo puedo creer. Correos funciona también en Navidad. Espero tu crítica, ya sabes.
EliminarFantástico, Anabel. Fantástico!!!!
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