Te lo dejé bien claro: una vez, sólo una vez y nunca más. Dijiste que sí, me lo juraste por tus hijas, que no se repetiría jamás. Había muchos inconvenientes, los dos lo sabíamos; no era necesario insistir en que estábamos casados, que teníamos hijos, que trabajábamos juntos, que conocíamos a nuestros respectivos cónyuges… Demasiados, demasiados para jugar, demasiados para caer en la tentación.
Dijiste que pensabas en mí continuamente, que había ocupado tu consciencia y tus sueños, que no sabías cómo quitarme de tu cabeza, que mis ojos te perseguían y sólo anhelabas comerme la boca. Lo dijiste con una cerveza de más, en la cena de Navidad de la empresa, esperando un bofetón de mi mano, la que sostenías con la esperanza de que, como mínimo, también estuviera ebria y cediera ante tus ruegos. Pero yo no lo estaba, en absoluto. Había evitado beber durante la cena porque sabía lo que iba a pasar, sabía de tus miradas furtivas y tus encuentros fortuitos en la cafetería. Lo sabía e iba prevenida para no ceder. Por mucho que se preparen, por mucho que se prevean los hechos, suceden sin más, sin avisar, completamente diferentes a como se han planeado. Supuse que todo quedaría en unas frases y una negativa, en tu cara avergonzada al día siguiente en la oficina y en los desayunos otra vez sin ti. No pensé que tu beso me dejara fuera de combate, no imaginé que mis labios pudieran extenderse al resto de mi piel para sentir tu lengua en todo mi cuerpo. Si hubiera bebido, le hubiera echado la culpa al alcohol, pero me había quedado sin excusa a la que agarrarme para escapar de ese deseo. Me quedé inmóvil, hipnotizada, hechizada por un beso como una vulgar Blancanieves. Allí fue donde me pediste una noche, un pequeño tiempo donde realizar tus fantasías conmigo, unas horas de amor o de pasión o de sexo, como yo quisiera llamarlo. Porque te ibas a volver loco si pasabas una noche más sin haber probado mi olor ni mi sabor. Qué pésima adivina hubiera sido, ni siquiera estaba en mis planes más atrevidos, pero te besé, te besé buscando repetir la misma sensación que me había hecho hervir la sangre.
El año ha comenzado con fuego en el cuerpo, con las ganas contenidas de un barril de pólvora, un barril que no va a poder explotar por húmedo. Fui yo la que te hizo jurar que una sola vez y nunca más, fui yo, lo sé, lo sé. Pero es que no me bastan tus miradas que me recuerdan el cielo de aquella cama, no me sirven tus susurros intencionados que me erizan cada vello, no me calman tus frases pausadas, alargadas hasta el infinito para seguir juntos un poco más, no me ayuda que me digas que cada día estoy más guapa, no me vale que me acaricies la mano cuando nadie nos ve… No me es suficiente verte de lejos, oírte de lejos, sentirte de lejos.
-Lo juré por mis hijas, Analía, lo juré por mis hijas.
© Anabel
Jo, cómo me gustaría vivir una historia así. Qué bien nos la has explicado.
ResponderEliminarUn beso, Anabel
¿Por qué será que atrae tanto el fuego aunque sepamos cuánto duele quemarse? Muy bien expresado, Anabel. ¡Saludos!
ResponderEliminarPrecioso el relato, una historia con tortuoso final. Esas cosas o no se hacen o no se juran. Besitos.
ResponderEliminarhttp://senderosintrincados.blogspot.com
Una experiencia agridulce, fuerte y peligrosa, magistralmente contada.
ResponderEliminar¡Saludos!
Anabel,
ResponderEliminarMe encanta que publiques con esta frecuencia, así que espero que lo sigas haciendoen la menra que puedas.
Un relato de mujer que reclama porque, muy visceral, de mujer absolutamente apasionada.
Muy de nosotras, cuando reclamamos.
Excelentemente bien escrito. Un lujo.
Un beso
Es extraordinario cuando aparace un número distinto al cero en el link de comentarios de mi solitario blog.
ResponderEliminar¡Gracias por visitarme! Al parecer compartimos algo más que el nombre, también algunos miedos.
El placer es todo mío. Seguiré leyéndote, tocaya.
Un abrazo
Que se nos revele una pasión con alguien del mismo sexo, cuando tenemos la vida resuelta, debe ser muy dificil de llevar, pero me pregunto que se hace con todo eso? con el deseo contenido y el amor inesperado...no me gustaría estar en esos zapatos!!!
ResponderEliminarExcelente relato amiga!
con el nivel de calidad en aumento...
Un abrazo
Me gusta tu Pasión.
ResponderEliminarSomos Seres Humanos,
Pasión vestida de Razón.
Un abrazo grande y sigue escribiendo!!!!!
Andrea-Laura
Excelente cuento de pasion y amor.
ResponderEliminarella le hace jurar que solo una vez y el lo jura. despues ella se siente que desea seguir porque no soporta seguir sin sentir sus caricias y él no puede porque lo juró, tendra que ser perjuro y romper el juramento para volver a ella.
Caminos enredados en el amor diría yo.
Un saludo y gracias por pasarte a mis cuentos y relatos
Celia
PD mis mejores deseos de año nuevo patra tí.
Nunca mejor dicho:
ResponderEliminar"Hay razones, que la razón no conoce"
Me gusta leerte.