Me pesa el cabello detrás de la oreja,
la aureola de mi pezón,
los 21 gramos que me sobran y
la confesión que no hice
del pecado que no cometí.
Me pesa la lacra del pasado,
el futuro ciego y
este presente sin resolver.
Me pesa tu mirada
en lo más hondo de mi estómago,
me pesan estas teclas mortecinas
que ya nunca suenan como me imagino.
Me pesa esta existencia vana y arrogante,
tan insulsa como un telón sin escenario,
tan aburrida como la línea recta.
Mis brazos de romana se inclinan exageradamente
hacia el lado equivocado
y a mi rectilínea existencia le persigue
el contrapeso que nunca calculé.
© Anabel
Sigue así.
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