Temo haber atravesado tanto desierto
que no desee alcanzar el oasis.
No son suficientes
la promesa del agua fresca,
ni la brisa de la sombra,
ni la palmera protectora.
Tengo el tacto de la arena en la piel,
sal en la boca y en las llagas,
y la duna guarda mi silueta.
Las tormentas ya no me asustan:
cierro los ojos y espero.
Al final, todo pasa.
©Anabel
Y lo que pasa es lo correcto, aunque no nos guste. Eso dicen.
ResponderEliminarBuen poema!
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEs que me ha salido repetida. El "interné", que me trae loca.
ResponderEliminarComo ya te he dicho, me parece un buen poema que demuestra tu calidad. Hay que empezar a reconocer las cosas.
ResponderEliminarQué gusto volver a leerte, qué chula tu casita pintada de nueva... (me he sentido así muchas veces, más de las que quisiera, hasta que un día es el oasis el que llama a la puerta, abres y te dejas inundar por él sin dudarlo de tanto anhelo...)...
ResponderEliminarMil besos mi Cuentista :)))