Podía haber empezado con los fuegos artificiales de las fiestas de mayo o con el anuncio de los recortes salariales o con las revueltas en Grecia o con la nube de cenizas del volcán islandés, pero otro indicio se había adelantado: la mañana en la que Beatriz tuvo la certeza de que estaba sola.
Su revelación era tan apabullante como el hecho de que el mundo estaba sufriendo una de las mayores convulsiones de las últimas décadas. Ella convulsionaba al mismo tiempo que el escenario donde se encontraba, de la misma manera que, desde hacía tiempo, se esperaba un cambio drástico mundial, un cambio del que sólo quedaba saber cómo y cuándo. Supo que el cuándo había llegado y que el cómo le explotaría en el epicentro como la erupción del volcán de nombre impronunciable. Ser consciente de que se va a recibir un golpe no atenúa el impacto, ni el dolor, ni los arañazos en el estómago. Realmente ni mitiga, ni prepara, no sirve para nada y la caída, no por evidente, es más liviana. El espejo la mostraba tirada de bruces sobre el suelo de su futuro inmediato, un futuro que, por primera vez en toda su vida, se conjugaba en singular; un futuro sin límites, sin balances, sin resumen de cuentas, tan infinito como su miedo y como su pasado. Tanta libertad, tanto campo abierto le producía una sensación de desamparo, de estar suspendida en el aire sin red ni paracaídas, rodeada tan sólo de vacío. Un bebé desconsolado que el cobijo de una simple manta apaga su llanto. Pero ella no tenía quién le proporcionara dónde asirse o una manta con que cubrirse. Debía convertirse en la hacedora de su propio consuelo, de su propio y, esta vez, único destino. Se permitió unos días de duelo en los que recuerdos amargos fluían rabiosos con la impresión de haber perdido mucho más que un montón de años, mucho más que la juventud, de haber dado mucho más de lo necesario, mucho más. Mimetizó su vacío interior con el que la rodeaba y fue la patente unicidad que desde hacía tanto tiempo había presentido la que la guareció. Ese fue el verdadero principio.
Y empezó a acotar el dolor, a poner diques a lo infinito, a delimitar su camino, a reorganizar el armario y a lavar todas las sábanas. Decidió ser ella como nunca lo había sido, buceando en las habitaciones cerradas bajo siete llaves, en las esquinas umbrías, en los latidos perdidos, porque quería ventilarlos, sacarlos al sol, enseñarlos sin tapujos porque así es como era e iba a ser: libre, tan inmensamente libre como sólo el saldo a cero de una cuenta bancaria puede hacer sentir.
© Anabel
Qué relato tan fuerte. A veces para que la vida cobre su sentido son necesarios estos golpes
ResponderEliminarPero duelen tanto... ¿Sólo ocho días bastan para salir del túnel? Pues es que la protagonista es bien fuerte.
Un beso.
joooo...y lo malo es que no está sola...no, no
ResponderEliminar(malo para los/las demás)
Beatriz es fuerte, !no le queda otra!
un besazo para Beatriz y otro, enorme, para Anabel
No sabemos de lo que somos capaces en momentos duros de nuestra vida, sacamos fuerzas de donde no hay y nos levantamos. Hermoso relato y duro a la vez.
ResponderEliminarBesos, hasta pronto.
Un gran relato lleno de metáforas expresivas y contundentes. Felicidades!
ResponderEliminarEstaba leyendo el texto, mientras mis neuronas se iban desnudando a la par que decían: -a Anabel hay que leerla a pelo, porque ella no escribe metáforas y ya está, ella escupe sentimientos comon un UZI, y la "jodida" tiene una puntería que te cag...- Cuando ya me había transmutado en mitad sepia, mitad camaleón, y vestido con un picardías de medusa abisal, y pensando en ser el anteproyecto de una mantis religiosa...entonces leo el apoteosis de la puta espiral recalcitrante que no lleva a otra parte que al ente propio: "Mimetizó su vacío interior con el que la rodeaba y fue la patente unicidad que desde hacía tanto tiempo había presentido la que la guareció" y supe que National Geographic tardaría mucho tiempo en poder catalogar a ese raro animal llamado: "Anabel".
ResponderEliminar¿No te ha pasado nunca de estar a punto de salir a la calle en bragas, convencida de llevar puesto tu uniforme de combate?
Adelante Anabel "Ripley" los lanza llamas conjuntan muy bien con tus ojos.
Bueno, Anabel, ¡qué fuerte! no puedo sino darte un gran abrazo, de verdad.
ResponderEliminarMariano Ibeas
(Careciendo de la onomatopeya más justa dejo un Uffffffff, con muuuuchas "efes")...
ResponderEliminarCómo me calaron las sábanas, las esquinas umbrías y el saldo a cero... Como toda Beatriz y su "descalabro" mundial. Cómo el miedo infinito a la rienda libre que ríe con una y se ríe de una al mismo tiempo, la niña, la mujer y la rosa de los vientos de la edad infinita, del alma que ya no sabe si nació ni cuándo y a la que poco le empieza a importar la fecha de su muerte... Quizás porque de pronto está viva y late por vez primera, en mucho tiempo.
He visto un momento en el que el salto al vacío es "el salto", el nacer o el ir al otro mundo, las agallas de la mujer sin piernas Cuentista, el híbrido de pez escondido y mujer que espera y la brutalidad de la luz que la saca y le muestra el camino que con pavor comienza a andar vestida de corales, medio coja, cegada... Y terroríficamente feliz.
He visto... Y siento que se me mueve una tripa que aún se duele como las viejas heridas pero orgullosa. La que se sale de su sitio si le tocan la fibra, ésa.
La que dice "Yo estuve en esa guerra".
Un abrazo lleno de olas, de un mar Cuentista, de un mar que esta noche necesito me abrace, que no sabes cómo lo echo de menos con tanta marejada/cascabel... El mío ;))
MarMarina, tu sirenita valiente!!!!
Rehacer la vida. Nada mas maravilloso que eso
ResponderEliminarbeso
druida
...como siempre, un lujo leerte!!!.
ResponderEliminarBesos.
Impresionante!!! la que vale, vale pa eso y más...
ResponderEliminarun beso.
paso y dejo un beso..
ResponderEliminardru
Anabel querida
ResponderEliminarComo dijeron los otros comentaristas, un relato fuerte y hasta inesperado; pero me gustó muchísimo la manera en que lo llevaste. Brillante como siempre, Cuentista! ¡Qué placer leerte!
Un beso
Muy bueno, querida Anabel. No lo encuentro fuerte, sino real. De lo mejor que te he leido, sobre todo porque porque quiero más.
ResponderEliminar"Decidió ser ella, sin tapujos", una frase para enmarcar.
Un fuerte abrazo.
Hola soy Beatriz, y soy adicta a la palabra escrita y además soy nombre propio femenino de origen latino (Beatrix) que significa bienaventurada, portadora de felicidad, donante de alegría.
ResponderEliminarLas mujeres que a lo largo de la historia han tenido un papel importante...
Han sido y son Reinas y princesas, Han sido y son Santas y beatas (Iglesia Católica)
Han sido y son Beatriz, musa de Dante Alighieri y musa del escritor español Nicolás González Ruiz, Han sido y son Personaje literario medieval, etc.. ya lo ves, cada día es un día nuevo, hay que darle los buenos días y sonreírle.
No vaya a ser que pase de largo, y sin darnos cuenta, estemos en plena noche... buscando el día perdido.
Y como decía Groucho Marx: “El secreto de la vida es la honestidad y el juego limpio, si puedes simular eso, lo ha conseguido”.
Estamos (aquí) y Podemos.
Un besorrrrron
;)
Ya lo creo que es bien real.
ResponderEliminar(por cierto te envié un mail para las rectificciones del cuento, dime algo por favor, es urgente! Gracias!)