Una mano delante, la otra detrás y tú en medio. No viniste con un pan bajo el brazo, ni acompañada del regocijo habitual que suele rodear la cuna de los recién nacidos. La preocupación fue la nana invisible que todos tarareábamos, el runrún de la incertidumbre. La decisión, el esfuerzo y el tiempo nos fueron haciendo independientes, nos otorgaron la confianza perdida, pero lo que nos convenció de que todo había valido la pena, de que solo existió un camino hacia la felicidad fuiste tú: tu vida nos llenó de vida. Eras la máxima recompensa y la máxima meta, el único sentido a todas nuestras cuitas y la única solución. Siempre ha parecido que supieras que sobre ti recaían nuestras ilusiones y esperanzas, siempre responsable y madura, ecuánime y severa con las injusticias que llenan tus ojos de lágrimas, reivindicativa y firme con tus convicciones, preocupada y disponible por cualquiera y para cualquiera. No conoces el verbo defraudar.
La última vez que lloré como una niña fue la tarde que nos despedimos en Copenhague. Sabía que era una ocasión fantástica para ti, irrepetible, positiva en todos los sentidos; sabía que iba a volver a verte pronto, que sólo iba a ser un año, que te quedabas en un buen lugar; lo sabía, pero nada pudo evitar que me sintiera más sola de lo que nunca había estado. Y es que también sabía que sin ti no iba a estar completa, que sin ti me iba a faltar algo, aunque pudiera verte todos los días por la pantalla del bendito ordenador.
Sensiblerías de madre que sabrás perdonar.
Gracias por lo que nos has dado, gracias por lo que aún nos vas a dar.
© Anabel
Junto con Queen, fue la música que primero tarareaste ¿te acuerdas?
Dire Straits, para ti: Local Hero
Yo no tengo el don de la escritura como tú, no tengo esa facilidad para expresar las cosas ni esa magia que tienes para llegar hasta lo más profundo de nuestro corazón.
ResponderEliminarNo puedo escribirte algo acorde porque no sé, lo que si puedo hacer es intentar plasmar lo que siento.
Gracias por este magnífico regalo de cumpleaños, es el mejor que he recibido. Como siempre espléndida.
Gracias por refrescarme la memoria, ya casi había olvidado esa canción.
Pero también,
Gracias. Por estar siempre ahí cuando te necesité.
Gracias, por ser la gran persona que eres.
Gracias, por todo lo que me has enseñado.
Gracias, por ti soy quien soy hoy.
Gracias por creer en mi.
Gracias por escucharme cuando lo necesitaba.
Gracias por ser dura conmigo cuando lo merecía.
Gracias por haber tenido tanta paciencia en tiempos revueltos.
Gracias por ser tan fuerte.
Gracias por no tirar nunca la toalla.
Gracias, tu sentido del humor me hace ver el lado bueno de las cosas, incluso cuando éste es minúsculo.
Gracias por querer hacerme feliz y conseguirlo.
Gracias por cuidar de mí, de papá y de Eli.
Gracias por hacerme tener los pies en el suelo.
Gracias. Porque sé que estarás cuando te necesite.
Gracias, porque siempre lo has dado todo por mí.
Gracias por darme una vida, no, una magnífica vida.
Mil gracias por ser la mejor madre que nadie nunca pueda tener.
Se me olvidó comentarte que por supuesto lo voy a colgar en mi habitación.
ResponderEliminarCuando tenga más dinero lo enmarcaré :-D
Besos enormes
ayyy amiga, tu hermosa Sandra y vos, me han hecho llorar a mares!
ResponderEliminarDe tal madre tal hija, no podía ser de otra manera porque cada quien cosecha lo que siembra...y vos mi querida Anabel, tan dulce y buena amiga, buena madre, tenés lo que mereces en tus hijas!!!
Abrazos a ambas.